Cuando no queden más estrellas que contar (María Martínez)

La vida de Maya se reduce al ballet: lleva sacrificando tiempo y esfuerzo para ser la mejor, y ha llegado a trabajar como solista en la Compañía Nacional de Danza, sin embargo, un accidente de tráfico acaba con su prometedor futuro de golpe. De un plumazo, se encuentra sin nada, y la ausencia de su madre le pesa más que nunca, de ahí que, al descubrir unas fotos antiguas en una caja de música, se lance a una aventura descabellada en busca de su padre, lo que la llevará a otro país... y a encontrar una nueva vida.

No sé ni por dónde empezar, y es que es una historia de esas que te achucha el corazón, y que consigue dejártelo calentito y feliz. A pesar de que aquí todos hemos venido a sufrir, porque por supuesto que hay que saber que María a veces es un poco cruel con los personajes (y con nosotros), pero se le perdona porque escribe estas maravillas y por supuesto que merece la pena la tristeza y el dolor para conocer a estos personajes tan reales y sus respectivas historias.

En esta ocasión, además, vamos a viajar desde Madrid hasta Italia, y menuda fantasía, ¡menudas ganas de visitar el enclave principal de esta historia que me han entrado! Me ha gustado muchísimo cómo María nos describía los lugares. Pero lo verdaderamente mágico han sido, como decía, los personajes: el viaje de Maya es inspirador, emocionante, y doloroso, pero la forma en que evoluciona, crece, y se descubre a sí misma a lo largo de la novela ha sido fascinante, y también otros personajes como Lucas o Giulio han logrado cautivarme por completo.

Me encanta las diferentes fases por las que pasan Maya y la propia historia en la novela, cómo avanza la trama, cómo se reflejan sus relaciones con el resto de personajes, y cómo todo encaja y se cierra perfectamente. En fin, es que me ha parecido preciosa de principio a fin.