Han sido prácticamente 500 páginas que he devorado de un tirón: menos mal que me pilló justo cuando acababa de comenzar las vacaciones, porque no habría soportado la espera si hubiera tenido que dejar de leerlo, así de adictivo resulta, y es que desde el primer momento nos sumergimos de cabeza en las desventuras y en los problemas a los que se enfrenta Finlay: su ex y su nueva novia, haberse quedado sin niñera, falta de dinero... y esa oportunidad de salir del paso a cambio de cometer un asesinato. Parece una locura, pero es muy fácil creer todo lo que está ocurriendo tal y como está narrado y presentado.
Es dramático pero, al mismo tiempo, absolutamente cómico: una serie de catastróficas versión thriller, intercaladas con risas y momentos inverosímiles, de la mano de Finlay y de su cómplice, de la que no voy a hablar por no contaros de más, pero quien ha sido absolutamente fantástica también. Es alucinante cómo se enreda toda la historia, cómo cada personaje secundario es único, y sospechoso, y cómo logra salir del paso de las formas más improbables. Pero no solo esto, sino que también se tocan temas cotidianos e importantes como la familia, el trabajo, las relaciones tóxicas y la salud mental.
¿Y el desenlace? Menuda absoluta fantasía, una locura alucinante. Necesito más.
En conclusión, Finlay Donovan. Una escritora de muerte ha sido una novela que me ha encantado muchísimo, que he devorado y me ha emocionado, sorprendido y puesto de los nervios, ha sido original y divertida.