La adicción que causa este libro ha sido increíble, y es que aunque pensaba leerlo con calma (he comentado ya más de una vez que últimamente voy leyendo varias novelas al tiempo, una costumbre que no soy capaz de quitarme de encima), ¡ha sido imposible! Desde los primeros capítulos, en los que se nos habla de la difícil situación en la que se encontraba Colette por culpa de su padre, y después el enorme cambio que supone abandonar su antigua vida y conocer a tantísima gente... Por no hablar de lo cerca de la muerte que está en más de una ocasión, pues parece que le persiga la mala suerte... ¿o será otra cosa?
Además, tengo que decir que la ambientación ha sido alucinante, me ha encantado cómo estaba descrito el pueblo, así como la ropa, los distintos personajes, o las costumbres de estos. Es en este escenario donde nos encontramos con escenas entrañables pero también muy turbias, oscuras, y que dan bastante mal rollito, no porque pase algo concreto, sino por el ambiente que logra crear la escritora.
La evolución de Colette, los giros en la trama, y el ritmo tan ágil, hacen que sea una novela la mar de interesante y entretenida, muy diferente y emocionante. El único pero que he de ponerle es que el romance no me ha convencido: la relación amorosa no tiene el suficiente desarrollo y se me ha hecho un tanto forzada.
