Tras pasar los meses más felices de su vida en la cueva del valle, Ayla y Jondalar deciden empezar el viaje de vuelta a casa de este último. El camino es largo y se encontrarán con diversas tribus. En el caso de esta entrega, con los mamutoi, los cazadores de mamuts, y deciden pasar una temporada con ellos.
Son los primeros hombres y mujeres que Ayla conocerá (aparte de Jondalar) y habrá que ver cómo se adapta a ellos y si ellos aceptan lo diferente que es ella. Su crianza con el clan y sus especiales facultades, hacen de ella una mujer excepcional pero, ¿sabrán verlo el resto de sus congéneres?
En esta ocasión la novela gira en torno a dos bases fundamentales: el sentimiento de pertenecía a una tribu que se irá desarrollando poco a poco en Ayla y el triángulo amoroso en el que se verá inmersa. Sentimientos como los celos empiezan a tener cabida en una relación que parecía perfecta. Malentendidos amorosos en los que la pareja se mete de lleno. Por parte de Ayla es más fácil perdonarlos, ella no tiene experiencia y siempre va de frente, no sabe disimular. Pero Jondalar es otra cosa; confieso que en múltiples ocasiones me hubiera gustado darle de tortas. Pero, bueno, eso es lo bueno de la novela: una relación de contigo ni sin ti, de malentendidos, situaciones que les hacen sufrir a los dos. La parte sentimental tiene mucha importancia en esta novela.
También la parte social. Veremos cómo encaja Ayla con los mamutoi, cómo estos aceptan sus diferencias y cómo responden cuándo llegan a conocer ciertos aspectos de su convivencia con el Clan.
La parte que más me ha gustado es, como en los libros anteriores, la relación de Ayla con los animales. Así como de la yegua y el león me acordaba perfectamente, de Lobo no me acordaba. Las escenas con el lobito, la manera instintiva en que Ayla le educa, la relación tan bonita que se forma entre ellos, son las más bonitas de la novela. Escenas muy tiernas que me han hecho babear
Como siempre, la autora demuestra la gran labor de documentación realizada. Parece increíble cómo controla la flora y la fauna de la época. Nos habla de muchísimas plantas, flores y sus usos curativos, de las costumbres de aves y animales… No me quiero imaginar cuántas horas debió de dedicar a documentarse sobre todos los detalles que cuenta.
El libro, como los anteriores, es bastante descriptivo. Se para bastante en los detalles, describe con mimo los escenarios y a los personajes. Eso hace que no tenga gran ritmo; ni le hace falta, para mí es perfecto como está. Aunque son casi 800 páginas, no se hace largo, se lee con mucho gusto.
Ayla es un gran personaje. Para mí, uno de los mejores que he conocido en literatura. Os recuerdo que la primera novela se llevó al cine y Ayla fue interpretada por Daryl Hannah. La verdad es que parece que la autora se hubiera basado en esta actriz porque, cuando la describe físicamente, es realmente Daryl. Ayla es maravillosa, está descrita con muchísimo mimo y, tras más de 2.000 páginas, es como si fuera de la familia.