Los tóxicos son inherentes a la vida: forman parte del universo desde sus mismos orígenes y debemos convivir con esa realidad. Los venenos, las drogas y los contaminantes son solo algunas de las sustancias que solemos englobar bajo ese nombre, y su diversidad es casi infinita: algunos los fabrican los propios seres vivos (las botulinas, las aflatoxinas o el curare), otros se han empleado como armas ofensivas (el arsénico, la ricina o el polonio-210), los hay que tienen usos lúdicos (la nicotina, la morfina, la heroína o el LSD) y varios más se acumulan en el medio ambiente como contaminantes (el metilmercurio, el DDT o las dioxinas). Algunos, tristemente célebres, han dado su nombre a enfermedades (síndrome del aceite tóxico, enfermedad...